jueves, 19 de septiembre de 2019

Perú


Dime, Perú, si ese cielo
que brilla de intenso azul
ha guardado en su baúl
estrellado algún anhelo
de tus incas y del suelo
que mantiene tu cultura
envuelta de gran frescura
con la historia y con los años,
para escribir —sin engaños—
versos que estén a tu altura.
Dime, Perú, si la sierra,
la costa y la selva son
parte de tu inspiración
escritas sobre la tierra.
¿Qué metáfora se encierra
en tu humilde poesía?
Dime, Perú, ¿qué sería
de mi aliento sin tu nombre?
¡Yo lo sé!… Sería un hombre
sin tristeza ni alegría.
Cuando oigo un huaino, un festejo,
la zamacueca o alcatraz,
un orgullo tan voraz
se adentra como un reflejo
de luz, y quedo perplejo
porque hay lúcidos colores
que despiertan resplandores
de hermandad y gratitud,
entre una gran multitud
de peruanos triunfadores.
Dime, Perú, si mañana
—cuando del sueño despierte—,
podré entregarte mi suerte
o ponerla en tu ventana…
Y si mi sangre peruana
logra fundirse contigo,
podré encontrar el abrigo
que necesité en la vida,
porque tu alma está fundida
en mi alma… ¡Yo te lo digo!

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