lunes, 30 de septiembre de 2019

El almohadón


Sobre el almohadón
descansa tu mirada de amapola.
Me miras. Te acaricio el borde
de este yugo marital.
Me das las buenas noches.

En ese lecho dócil, mi rosal silvestre,
me alegra verte tan así.
Puedes arrancarme el geranio nocturno
del enojo con un abrazo que me cobija.

Multiplica el perdón.
Asume que te amo, perfección religiosa,
para quedarte conmigo hasta el fin.
El infinito es dulce amargo.
Y no quiero que te vayas,
constelación de Andrómeda, y tampoco quiero irme.
El siempre es un sello de amor.
Vivamos lo carnal y lo extinto.
Seamos una de esas cuantiosas maneras
antes de cerrar los ojos.

domingo, 29 de septiembre de 2019

El mar


Pinceladas de azul, ¡el mar!,
de arduos colores intensos.
Anatomía de senderos metafóricos
aquejados por el oleaje místico de presunciones.
Mar de mar, transpiración de Dios,
confrontación de olas esquivas,
ramaje de poetas, nudistas esquizofrénicos,
pasión de hombres y sus tablas.

Ese es el mar, ¡profético mar!, cuantioso mar…
Jilguero de sirenas, astro de cabalgatas
entre tiburones y ballenas, mar azul,
fulgor de conspiraciones terrenales.

En el mar quisiera morir,
despedazar mis huesos al atardecer.
Mar de vicios, mar de cigarrillos, mar diabólico,
y… mi único mar.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Versos trascendentales


Es porque los trascendentales versos
ya no se manifiestan en la memoria,
que los versolibristas dicen cosas
sin sentido ni estudio. Yo no creo

que la poesía nazca de un credo
matinal. Me parece que las modas
incultas, destructivas, llegan solas
para que nadie piense. Lo respeto.

Que nuestra juventud no se confunda
con versos que suplican ser leídos.
Los poemas por más que se recubran

con la modernidad,  guardan astucias
de cadencia, de métrica, y designios
que descubre un poeta con los libros.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Diálogo con el destino




—¿A qué juegas, Destino, con el hombre?
—No juego con el hombre, buen amigo.
—Lo dudo… Padece de hambre y de abrigo.
—¡Muy cierto! Eso no es algo que me asombre.
—Te burlas. Tu maldad no tiene nombre.
—No pienses que me burlo del mendigo.
—¿Entonces por qué ríes del castigo?
—¿Tú quieres que su andar se les alfombre?

—Presiento, gran destino, tu insolencia.
((Silencio). — Si preguntas, yo te escucho.
—Exijo las respuestas necesarias.

—¿Y qué respuestas quieres hombre ducho?
(Pensé). —Podrían ser unas o varias.
—… El tiempo nos alumbra la conciencia.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Maestro


Dedicado a los maestros del mundo 

Quijote de ilusiones,
afina el arpa de tu sapiencia…
Enséñame, con rectitud, una palabra;
con decencia, la oración;
y con amistad, las quimeras
de joven altivo.

Llega a los adentros de apatías;
socorre mi insolencia de pensar.
Oh maestro que cabalgas de penurias,
ven a servirte el pan de mi mesa
cuando se acabe el negro,
el avivo de juventud,
con abecedarios trémulos de poca fe.

Abre el galope de los consejos,
de aquella carencia de años,
con una sonrisa aliciente para otros.

Sigue de pie.
Antaño que no muere, oh maestro,
canas que cumplen un deseo...
Sigue de lucidez enseñando lo que atesoras
y lo que no.
Voy a servirme del pan de tu mesa,
de la maestría de tus clarores,
de un buen abrazo... a lo lejos.





martes, 24 de septiembre de 2019

Palabra


Mi palabra va donde quiero que vaya:
al mar, la tierra, al azaroso nubarrón.
Llega aletargada por andar
tantas horas, tanto no saber, y regresa conmigo.
En ella palpo, de manera sublime,
los ríos de agua dulce sobre mis labios.

En ella escribo el gerundio de un amor
como si fuera el pasado venidero
de frases cortas que no lastiman
ni llegan atareadas al compás de un mediodía.

Solitaria vaga por el jazmín
ahuyentando cuantiosas preguntas.
Comprende que el momento efímero
donde se cuentan las alegrías no vuelve
ni aprisiona el sabor de la muerte.

Mi palabra va donde quiero que vaya:
a la hoguera, al espasmo, y no sabe cómo volver.

lunes, 23 de septiembre de 2019

MADRE, PROTÉGEME COMO NIÑO


Como Cristo me duele el hombre…
El sonido del martillazo
se inclina en mi alma y tengo hambre…
Pero nadie se apiada de las llagas
que abren, porque no soy humano.
¡Qué pena, señor!
Es la injusticia del espíritu
de la que me quejo,
libre de pena por el que se va.
¡He muerto, señor!
Como tu herida gangrenada
me sostengo sin vida.
Las hojas de oxigeno traen gusanos
para devorarme, con odio, antes que pueda
orar un perdón.
Qué frágil de amor me siento ahora
sin pies, sin manos, sin latidos…

Maldito corazón de iguales ya no te quiero
en mi pupila o mi sien… que ya nada sabe a mi madre.
Madre, protégeme como niño, que hoy
me he quedado solito.           


domingo, 22 de septiembre de 2019

Los amigos

Tengo amigos que son como cebúes 
grandes, inmensos, sanos, luminosos:
tienen la fortaleza de cien osos.

Tengo amigos que alejan los tabúes
de la ciudad hipócrita y demente
—y su propia verdad es diferente—.

Tengo amigos que son como la playa
y arena de mi noche taciturna:
ellos son como Dios en hora diurna.

Y tengo amigos, ¡vaya donde vaya!
Y podemos cruzar la inmensa raya
de la imaginación tenue y nocturna.

Rinocerontes

Esos rinocerontes que me apagan 
la voz cada que quiero decir algo,
se esconden en mi voz, y hagan lo que hagan
me hacen desafinar. ¡Y así no valgo!

Esos rinocerontes son oscuros
como las tempestades del enojo;
penetran en mi sien, con sus apuros,
y  me siento, entre tantos, el más rojo.

Me olvido de mi nombre tibetano,
me olvido que soy hombre (y mal poeta),
porque esas BESTIAS hieren al humano
de la manera más cruel y secreta.

Esos rinocerontes no caminan
solos,  siempre caminan por montones;
no rezan oraciones ni fornican
con la fe del cristiano y sus pasiones.

sábado, 21 de septiembre de 2019

El conjuro


Esos versos que tocan a mi puerta,
que de noche se vuelven escultura,
me suplican que tome su figura
y maquille su rostro. (La desierta

y noctámbula forma sigue abierta
al capricho total de mi locura.
La convierto en vital literatura).
¡Es magnífico! Entonces, vive alerta

el romance grandioso del soneto
que se escribe de noche y sin apuro.
Melodías se escuchan en mi casa.

(Y las rimas murmuran: «El sujeto
sigue loco. No sabe que el conjuro
se parece a la vida…y todo pasa».).


viernes, 20 de septiembre de 2019

UN SONETO PARA LUIS SUÁREZ


 No entiendo de balones ni de canchas,
poco menos de fútbol o pasiones;
entiendo que palpitan corazones
porque ganan o pierden… sin revanchas.

Los grandes goles forman avalanchas
de humanidad y bellas ovaciones…
y lo pueden saber los campeones,
mientras celebran triunfos a sus anchas.

Por eso, Luis, prosigue tu camino
futbolero —así tengas mil derrotas—.
Triunfa. Mueve el balón de tu destino

y gana disciplina. Tú alborotas
a los aficionados con el tino
que tienes —y se siente— cuando anotas.

El sermón de mi cabeza


Quiero volar por el cielo
con las alas bien abiertas,
con el corazón desnudo
y mis emociones buenas.
No tener que hacerle caso
al sermón de mi cabeza,
porque seré más persona
si no me invade la pena.
Me quedaré mirando el horizonte
como se mira la ausencia,
cuando se enreda en nosotros
y nos vuelve carne y tierra.
Quiero viajar al cielo enamorado
y rozar su cabellera
para no pensar en nada
e ignorar a mi conciencia.
Quisiera no robarles la paz a otros,
con estos versos que a mí… me liberan.

jueves, 19 de septiembre de 2019

A mi hermana Cynthia

Hoy que me encuentro lejos, buena hermana,
siento que guardo vidas sin vivir;
siento, también, que llega la mañana
y recuerdo tus frases. Y al salir

el sol en mi Chiclayo tremebundo,
me acuerdo de tus frases alicientes.
Me gustaría que llegues al mundo
que tengo ahora y que tiene presentes

de buen aprendizaje y de sapiencia.
Me gustaría darte mi memoria
para que sepas que llevo en mi esencia
tu nombre como parte de mi historia.

Eres, hermana mía, todo afecto
que guardo en la distancia. ¡Y eso es perfecto!...


Perú


Dime, Perú, si ese cielo
que brilla de intenso azul
ha guardado en su baúl
estrellado algún anhelo
de tus incas y del suelo
que mantiene tu cultura
envuelta de gran frescura
con la historia y con los años,
para escribir —sin engaños—
versos que estén a tu altura.
Dime, Perú, si la sierra,
la costa y la selva son
parte de tu inspiración
escritas sobre la tierra.
¿Qué metáfora se encierra
en tu humilde poesía?
Dime, Perú, ¿qué sería
de mi aliento sin tu nombre?
¡Yo lo sé!… Sería un hombre
sin tristeza ni alegría.
Cuando oigo un huaino, un festejo,
la zamacueca o alcatraz,
un orgullo tan voraz
se adentra como un reflejo
de luz, y quedo perplejo
porque hay lúcidos colores
que despiertan resplandores
de hermandad y gratitud,
entre una gran multitud
de peruanos triunfadores.
Dime, Perú, si mañana
—cuando del sueño despierte—,
podré entregarte mi suerte
o ponerla en tu ventana…
Y si mi sangre peruana
logra fundirse contigo,
podré encontrar el abrigo
que necesité en la vida,
porque tu alma está fundida
en mi alma… ¡Yo te lo digo!

miércoles, 18 de septiembre de 2019

La poesía

¡Señores! La poesía
es agua de manantial;
es un mar espiritual
sobre nubes alegría.
No tiene nombre. Se guía
por el latido perfecto
para darle un intelecto
a la rima, que no cesa
de sentirse una promesa
con metafísico afecto.

Ya no discutan, a solas,
con la maldad y el enojo,
porque el verso es un antojo
que viaja sobre las olas.
Admiren las caracolas
sobre espumas de sapiencia.
Vayan junto a la inocencia
al cerebro del humano
que ha perdido grano a grano
la razón de su existencia.

Si la rima consonante
no se siente en el espacio,
corrijamos lo reacio
de ese verso delirante.
La escritura es un diamante
que se pule con los ecos.
Las letras son como flecos
de plata en un pergamino,
cuando el poeta es genuino
y no busca recovecos.

¡Poesía no es poeta!
¡Poeta no es poesía!
Rimemos con valentía
para llegar a la meta.
Porque si el amor se agrieta
ya nada tiene sentido.
¡Poetizar no es latido!
¡Verso no es poetizar!
Seamos como ese mar
que vive de haber vivido.

COMBUSTIÓN

Mis versos son incas ufanos, cielos peruanos en combustión; liberación desgarradora; el día y la hora cuando yo emigro has...