lunes, 23 de octubre de 2017

A Rafael Santa Cruz

Las guitarras y cajones
hoy regresan a su funda
con triste pena que inunda
las calladas emociones.
No se sienten los bordones
de las jaranas limeñas
porque no vibran las señas
melódicas en la luz
con Rafael Santa cruz,
gozando en bares y peñas.

Fue músico y difusor
de nuestro cajón peruano;
y con golpes de su mano
hizo vibrar al folclor.
Fue cantante y  fue actor…
Fue un señor de talento
que ha partido al firmamento
sobre  notas musicales,
en espacios siderales
que acogen al sentimiento.

Un artista muy completo
que nos deja su alegría,
sencillez y simpatía
en este mundo tan prieto.
Se ha llevado su secreto
en una barca con redes
y han quedado las paredes,
de su humildad,  bien pintadas
con marineras cantadas
al lado de Nicomedes…

Hoy, querido Rafael,
no existe consuelo alguno
que pueda ser oportuno
en la tristeza más fiel.
Un cajón, sobre mi piel,
hará música en figuras
que lleven las frases puras
de tu criollismo nato,
porque fuiste muy sensato
y hoy estás en las alturas.

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