Me gustaría,
Fidel,
hacerme de tus versos,
galopar sobre aquellas metáforas,
sobre los ritmos de tu poesía
y verte más allá.
Es que eres
el unicornio del tiempo,
el hombre que usa su espacio para ser más espacio.
Oh Fidel, maestro y amigo,
sépase de mis admiraciones chiclayanas,
de mis aprecios para su pluma.
Y que no sea esta nuestra única esperanza, Fidel,
ya que estoy al borde de un peñasco poético.
Tú me sabes entender…
A mí que me has sabido guiar
con tus flores octosílabas
y tus gardenias metonímicas.
Oh Fidel,
poeta de un ruido silencioso,
no te vayas sin darme un saludo,
no te atrevas a dejarme aquí sin tu rima cálida.
Ya estamos viejos, Fidel.
Ya estamos mundo para andarnos con juegos,
con versos apurados y licencias de tiempo.
Y no te enfades si no uso octosílabos esta vez,
ando un poco cansado de memorias,
de mares, de vientos.
Aunque siempre me acuerde de ti, Fidel,
amigo, poeta… eternamente poeta.