Para María Cristina Dutto e Inés
Nogueiras
Me puse nostalgiquísimo con el goteo
de una lluvia que no para ni siquiera
a la hora del café, y allí están las mismas.
Dos musas radiantes de inteligencia
que se adentran en una fecha oportuna.
La una, tan parecida a mi madre, que habla
con esa condensación de años,
de lo absurdo mayusculístico
de esa estúpida antilinguística;
oh maestra que te pareces, nostálgicamente,
a mi hogar, a los cafés, a mi familia.
La otra, tan intelectual como el siglo,
que se muestra frente al paredón humano,
y la siento tímida; oh presencia otoñal
que batallas con el mismísimo mismo.
Las observo entre puntuaciones,
en cada contracción de tiempo,
y son eternamente salvajes, vivaces, humanas.
Nos entregan su conocimiento
sin interrumpir las preguntas ignoraicas
que hacemos los intelecnorantes.
¡Qué sapiencia su vida!
Que mi homenaje se haga una oración
para las mismas, las musas dedicadas
a la nostalgia ortográfica.
Que zeta la a, que coma el punto seguido,
que mayúscula la sigla, que minúsculo el gerundio.
Y tanto amor por la enseñanza
en la sala antigua donde se respira Montevideo,
genialidad y unas vocales infinitas con olor a café.
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