El sol cayó en un pozo
profundinegro casi melancolísimo.
Herido pedía auxilio en medio del bosque.
El sol cayó con la infancia de muchos milenios
y se volvió pensativo.
Creía, solo en sus delirios, que sería hermoso,
pero ya lo era.
Pensaba que era un fénix, pero ya lo era.
Se odiaba, mas era amado.
Conocía la gravedad, los universos,
las voces que nadie ha escuchado,
las mañanas previas al regreso,
el escándalo del Himalaya,
a los perdidos en los Andes.
Se perdió en su golpeado orgullo
y no supo valorarse a sí mismo.
Nadie le daba aliento porque era el sol:
ese guardián de constante de las especies.
El sol se calló ese día:
eran una multitud de fuego,
un hombre y una cruz,
un acto de amor.
Lo vio todo con sus propios rayos.
Alguien le dijo que se fuera,
que eclipsara,
que no sufriera, y sufrió.
Me acordé de su verano;
lo sentí adentro: en mis pulmones,
en mi estómago,
tráqueas, costillas, columna vertebral,
hígado, pantorrillas, corazón y ojos.
CaEminé hasta ese lugar para socorrerlo.
Estaba moribundo; le saqué el corazón
y como a una semilla lo planté lejos.
Allí amó a los hombres y perdonó sus ofensas.
Herido pedía auxilio en medio del bosque.
El sol cayó con la infancia de muchos milenios
y se volvió pensativo.
Creía, solo en sus delirios, que sería hermoso,
pero ya lo era.
Pensaba que era un fénix, pero ya lo era.
Se odiaba, mas era amado.
Conocía la gravedad, los universos,
las voces que nadie ha escuchado,
las mañanas previas al regreso,
el escándalo del Himalaya,
a los perdidos en los Andes.
Se perdió en su golpeado orgullo
y no supo valorarse a sí mismo.
Nadie le daba aliento porque era el sol:
ese guardián de constante de las especies.
El sol se calló ese día:
eran una multitud de fuego,
un hombre y una cruz,
un acto de amor.
Lo vio todo con sus propios rayos.
Alguien le dijo que se fuera,
que eclipsara,
que no sufriera, y sufrió.
Me acordé de su verano;
lo sentí adentro: en mis pulmones,
en mi estómago,
tráqueas, costillas, columna vertebral,
hígado, pantorrillas, corazón y ojos.
CaEminé hasta ese lugar para socorrerlo.
Estaba moribundo; le saqué el corazón
y como a una semilla lo planté lejos.
Allí amó a los hombres y perdonó sus ofensas.
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