El decimista y el poeta
(I)
Las ocasiones en que estuve presente en varios
eventos referidos a la décima peruana, me encontré con esa pequeña –aunque
maliciosa– diferencia. Dícese que la persona que escribe décimas no puede ser
considerada poeta o viceversa; y ¿por qué? ¿Cuál es el punto de partida de
aquella disputa por ese nombre, por esa proclama tan equívoca de algunos
“cabezotas”, o de algunos círculos que no entienden que no hay diferencia conceptual
que avale tal pensamiento?
La décima (de Espinel o Mal Lara), creada desde el
siglo XVI, es una forma estrófica que consta de diez versos octosílabos, y
hasta ahora continúa vigente con más arraigo en muchas partes del mundo. Se practica en sus distintas ramas: sea
escrito o improvisada, incentivando así la parte cognitiva y sensorial de los
poetas. Por alguna razón ( y creo tener una vaga respuesta) me temo que se ha
tomado por décima a la forma tradicional y picaresca: se piensa que el
decimista es un señor bufonesco que, sencillamente, hace parodias de algunos
aspectos de la vida.
La vanguardia de la poesía: aquella que escapa de la
estructura métrica, metafórica, clásica de cualquier verso, tan afamada de los
franceses tales como Charles Baudeleare, Rimbaud, Verlaine, ha roto, desde ahí,
con el patrón al que muchos de los poetas estaban acostumbrados. Es así que la
poesía ha tomado un claro vuelco hacia el modernismo, y de ello no se ha escapado
la décima en la actualidad.
Considerando que la décima sigue siendo parte de una
corriente literaria tan afamada, podría decir que ha ido promulgándose en la forma de expresar las emociones, los
pensamientos. Ya lo decía Carlos Ramírez Soto, uno de los escritores más
representativos de Lambayeque, y al que tanto aprecio tenía, que la décima es
poesía, en todo el sentido de la palabra.
La tendencia al humor burlón, canallesco de los
peruanos con respecto a la vida, ha hecho que su aporte a la poesía
octosilábica haga que el público recree esa falsa imagen. Lo digo, con tal
convicción, como una forma de reivindicación a ese absurdo concepto que se está
calando cada vez más en el pueblo.
Habría que expandir
el verdadero concepto entre un poeta (decimista, versolibrista, etc) para asegurarnos que las dudas que hay entre
dos personas que son una, se disipen. Rubén Darío y Vicente Huidobro (modelos
distintos de poesía), siguen siendo poetas, y no surreal y modernista, dicho
sea de paso. El concepto de poesía es uno solo, único en su especie: la humana.
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