He
preferido el silencio
desde esa vez que vi reír a mis hermanos.
Y lo asumo de fe certera
para no parecer aguafiestas, melancólico.
Es que adoro su alegría,
su bienestar de espíritu,
su volcán de palabras.
«Dame ese aguardiente», me dijeron.
Y festejaron hasta más no poder.
Yo nomás que me sentía bien por ellos,
porque el viento estaba de su lado,
está de su lado.
«Vamos a bailar», me dijeron.
Y yo, pausadamente, con el pecho henchido de amor,
me quedé callado para no estropear su alegría.
desde esa vez que vi reír a mis hermanos.
Y lo asumo de fe certera
para no parecer aguafiestas, melancólico.
Es que adoro su alegría,
su bienestar de espíritu,
su volcán de palabras.
«Dame ese aguardiente», me dijeron.
Y festejaron hasta más no poder.
Yo nomás que me sentía bien por ellos,
porque el viento estaba de su lado,
está de su lado.
«Vamos a bailar», me dijeron.
Y yo, pausadamente, con el pecho henchido de amor,
me quedé callado para no estropear su alegría.
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