Me gustan los sonetos de la noche
que llegan en mi mente de poeta:
entablan sus reuniones con bebida
caliente y con retazos de silencio.
Sensibles, como abeja en su panal,
esperan endulzar cualquier espacio;
me muestran su silueta parnasiana
y exigen que los plasme en mi locura.
No quiero que se cubran de asonantes,
o frases consonantes muy melódicas;
las rimas, muchas veces, son las nubes
que opacan el claror de la mañana.
La lucidez poética es tan frágil
que llena de belleza los caminos.
entablan sus reuniones con bebida
caliente y con retazos de silencio.
Sensibles, como abeja en su panal,
esperan endulzar cualquier espacio;
me muestran su silueta parnasiana
y exigen que los plasme en mi locura.
No quiero que se cubran de asonantes,
o frases consonantes muy melódicas;
las rimas, muchas veces, son las nubes
que opacan el claror de la mañana.
La lucidez poética es tan frágil
que llena de belleza los caminos.