domingo, 17 de junio de 2018

Hojas de otoño

Mis madres son hojas de otoño
y huelen a cerezas.
Me perfuman el alma con sus caricias
y están en cada metro cuadrado de mi historia:
ellas se vuelven más madres
cuando asoman su voz a mi almohada.

Mis madres perfumaron los cafés,
los panes, las mantequillas
con su humildad más profunda.
Me sentaron a su mesa parlanchina.
Me dieron lo que era suyo en ese entonces: el tiempo.
Mis madres serán soles de afecto,
lunas de comprensión,
eternidades de nombre.

Nunca sabrán de mis pasos,
de mis fotografías de hogar.
Ellas no necesitan mi decir: son eternas.
Siguen esperándome en esa casa,
en esa misma mesa donde estuvimos...
Me dirán cuántas veces fui su pequeño,
yo les diré que nunca me separé de su regazo.

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