Hombre, no sufras por eso
que quieren llamar riqueza;educa bien a tus hijos
y llénalos de sapiencia.
No los llenes de ilusiones;
de sus sueños, no te rías;
dile que la vida es corta
y vale más la sonrisa.
Si tienes poco, da poco;
si tienes mucho, da menos;
enséñale que la plata
se ha ganado con esfuerzo.
Si viene un rico y le dice
que también debe ser rico;
tú enséñale los valores;
háblale de Jesucristo.
A la hora de la muerte
los parientes carroñeros
se querrán quedar con todo
lo que ganaste en el tiempo.
Hombre, escucha estas palabras.
Aprendamos poco a poco
que el espíritu es primero
y la grandeza no es el oro.